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Mostrando entradas de junio, 2010

isla dormida

Estoy presa en un barco de luces, escuchando al parlante del teléfono público. Los faros atraviesan el vidrio, entrecierro los ojos, voy aguzando el oído. La señora suplica al auricular, veo su tristeza a través de estos destellos, los coches que atraviesan las paredes son párpados de tristeza. Sigo amarrada al colchón del sinsentido, con la discusión de la banqueta en la orilla de alguna ventana. La mujer no puede hablar muy fuerte, pero lo hace, me sujeto a las cuatro paredes y con el vértigo de la calle encima siento sus golpes contra el teléfono público, se abre la cabeza de rabia, asusta a las voces de la cordura. Un hilo de luz parte la noche, un suspiro de la madrugada asusta al sueño, sigo paralizada en mis pupilas, en el sueño tejiendo vacíos, intrascendentes como los días ó cada una de las olas ó todo este ejército de anónimos que poblamos la tierra. Vivo mostrándole a mis letras la arquitectura de las rocas, su fragilidad de espasmos divididos en hienas y en delirios, vivo e