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será/ será la aurora/ una nueva luz/ vendrá


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Comienzo con el amor y Reiner María Rilke

Dice el poeta: "amar es -durante mucho tiempo- solo una gran soledad...". ¿ Será que, efectivamente estamos indeciblemente solos, será que dormimos con una serie de fantasmas que recordamos, de espectros a los que nos apegamos, de azar al que nos acostumbramos? Dice también: "Y cada vez, una soledad más intensa y profunda". Una herida es el amor "intensa y profunda"; es el rompimiento de uno mismo. Y sigo preguntándome que es, y como saberlo y como conocerlo, como experimentarlo. Sabemos tan poco sobre esto, tanto sobre todo lo demás, quizá porque simplemente no hay nada que saber. El amor no es nada. "El amor es la única ocasión de tomar forma..." Un amigo decía que, era para lo que estabamos hechos, y que era curioso como a un modelo finísimo lo cargábamos con estiércol. Y me sigo preguntando. ¿Qué afán el mío? Sin armas para conseguirlo, sin temple para conservarlo, tan escurridizo como el sexo, y tan parecido a las caricias, a los besos. Fá...

Piedra que germina

"... nos pegamos a la tierra, nos fortalecemos con ella y una savia nueva fuerte, viril, alienta en nuestro sexo."  Rafael Hernández Piedra Acaricio la palabra: durante tanto tiempo en la oscuridad sus voces me han acompañado, siempre en la soledad de mis sueños. Pero vuelvo a ella, vuelvo a su luz ahora que estoy solo, que mis esperanzas han palidecido, que la fe ha muerto. Este cuerpo que se bautiza ahora con el vapor, hablará como una espada que se ha sumergido en la tierra, que ha hundido su cuerpo en la tez morena del campo y que ha brillado con los rayos de otras latitudes, hablará desgranando palabras en el óxido de sus años, con el timbre hueco de esta caja a punto de cerrarse. Algo tiembla, es un trueno apagado que recorre las paredes, yo estoy entre el vaho de mi sudor y las gotas sutiles que me abrazan. Se sacude la tierra, sus entrañas me regresan al útero, me succionan como un sexo anhelante, el dulce reclamo del polvo. La tierra palpita, sus heridas van perm...

Recuerde...

Recuerde el día aquel en que fuimos a las luchas la tarde aquella en que podía rozarle en que podía de cerca sentirle próximo, inminente. Acuérdese de esa sed vespertina de esas miradas azules y cursis de las conversaciones sin sentido de La Parka destrozando al rival de las sillas volando por lo alto del recinto. Recuerde como podía tocarlo como podía fácilmente y sin contratiempo sin vergüenza, sin impedimento alguno columpiarme en sus palabras deslizarme entera en usted mientras, fácilmente con la otra mano, tomaba el vaso de cerveza. Lentamente todo como el tiempo cuando es permitido sin codicia sin medida sin un: “es que tengo que…” sin explicaciones con lo único que nos quedaba, con aquello que hacíamos tan bien con querernos.